Diario de campo
Viernes 7 de marzo de 2014 (a medio día)
Jamás lo había notado, porque como buena mujer jamás me bajo
del coche en una gasolinera, pero bajo los techos de lámina a esta hora el
calor es casi insoportable…y eso que todavía no es verano. Pobres de las
personas que trabajan aquí en los días más calurosos del año.
Aunque a muchas personas les parece de lo más desagradable,
a mi me encanta el olor a gasolina, por lo que no me siento incómoda y en
cuestión de unos cuantos minutos me acostumbro y ni siquiera me percato del
olor.
Lo que si percibo es mucho ruido. Rara vez estoy parada a la
orilla de una avenida grande. Aparte encima de las repisas en donde guardan los
aceites y aditivos que venden, algunos de los empleados tienen sus grabadoras
con música que desde donde estoy parada ni siquiera alcanzo a percibir
nítidamente, sino que siento como ruido.
Hoy veo a 14 despachadores aquí afuera, de los cuales 5 son
mujeres. La mayoría de los empleados traen completo su uniforme verde y todos
traen zapatos negros cerrados. Todas las mujeres están usando la parte de
arriba del uniforme que es de manga corta. A veces las he visto con unas
camisolas de manga larga pero yo creo que las deben cambiar según el clima y la
época del año. Dos de ellas traen una especie de botas de obrero en vez de
zapatos normales.
Cuatro de las empleadas tienen el pelo largo y lo traen
acomodado en colitas de caballo o en chongos. La otra tiene un corte casi como
pixie, y parece la mayor de todas. Tres de ellas son súper chaparritas, no
deben estar muy arriba del metro y medio de estatura. Las otras dos deben estar
alrededor del metro con sesenta centímetros. La que parece mayor y una de las
más jóvenes son de complexión delgada, una se ve especialmente fuerte y en
cierta forma atlética y hay dos que son más bien rellenitas.
Paseándome por la gasolinera haciéndome la loca como si
estuviera esperando a alguien y escribiendo todo esto en un mensaje que me
estoy enviando a mi misma, noto que ninguna tiene las uñas esmaltadas, pero que
una de ellas las tiene verdaderamente largas. Todas deben de andar entre los 25
y los 35 años de edad excepto la del pelo cortito, ella debe tener como 50.
Todas excepto la mayor traen los ojos pintados o por lo menos delineados.
Sábado 8 de marzo de 2014 (en la mañana)
Hoy no hace calor y no se escucha tanto ruido en la calle,
supongo que aún es temprano. Afuera solo hay 10 despachadores de los cuales
solamente 3 son mujeres. No hay muchos coches cargando gasolina y los empleados
más bien están o en sus celulares o recargados en las bombas platicando con sus
compañeros de junto. En mi opinión, el clima definitivamente está mejor que el
de medio día, pero está súper aburrido estar parado aquí con tan pocos coches y
como la mayor parte de sus ganancias debe residir en la propina que les dan,
debe ser un turno que no les conviene para nada.
Hoy más que fijarme en el aspecto físico de las empleadas,
me fijaré en cómo tratan a sus clientes y cómo son tratadas por ellos(as).
Después de un rato de observar súper atentamente, me doy cuenta de que las
mujeres hacen más ademanes con sus franelas para atraer a los clientes. También
percibo que les funciona porque a pesar de ser menos de la mitad con respecto a
los hombres, atienden casi a tantos clientes como ellos.
Siendo solo una persona y con el material que tengo a la mano
es difícil dar cifras exactas, pero a ojo de buen cubero yo diría que en
general son más rápidas al atender a los clientes que los hombres.
Pude observar también que las 3 despachadoras limpiaron los
parabrisas de todos los clientes que llegaron mientras yo estuve ahí, mientras
que sólo 8 de los 10 despachadores lo hicieron.
Llamó mi atención que en 5 ocasiones los clientes pidieron
que se les checaran los niveles de sus llantas y en una ocasión les checaron
algo dentro del cofre, pero las seis veces quien estaba atendiendo era hombre. No
sé si fue azaroso, pero a mi me prendió un foco de alarma. ¿Será que los
clientes no confían en las mujeres para hacer trabajos más específicos
relacionados con sus coches?
Las tres mujeres que estaban despachando gasolina hoy tenían
una mini tablita para que los clientes pudieran firmar sus vouchers en caso de
haber pagado con tarjeta, cosa que solamente vi en dos de los hombres y que se
me hace un plus, porque son pequeños detalles que la verdad suena sangrón pero hace
la diferencia en la atención y el servicio que recibes.
Jueves 13 de marzo de 2014 (en la tarde)
Hoy hay 6 mujeres y 8 hombres despachando gasolina. Hoy me
quiero centrar en las cosas que no he visto más que en las que si veo y he
visto repetirse las dos ocasiones que he venido a hacer observación. Me ha
llamado la atención que en el tiempo que he pasado aquí observando y en todas
las veces que he venido a cargar gasolina en mi vida, jamás he visto a los
empleados comer, cambiar de turno o ir al baño. Si bien es cierto que muchas
cosas han pasado a mi alrededor y que a veces es difícil poner atención en
tantas cosas y que hasta hace unas semanas jamás ponía mucha atención en lo que
pasaba cuando cargaba gasolina, creo que es curioso que ni una sola vez he
visto que los empleados hagan alguna de estas cosas. Más adelante cuando sea
hora de entrevistarlas seguro incluiré estas cosas entre las preguntas que les
haga.
Otra cosa que me parece extraña es que en todo el tiempo que
he estado aquí jamás he visto a un supervisor o gerente. ¿Será que no hay? ¿O
simplemente están cómodamente instalados en sus oficinas y no bajan a enterarse
de lo que pasa aquí en las bombas? ¿Habrá supervisores todos los días? ¿Las 24
horas? Habrá alguien que se haga responsable en caso de que hay un problema
grave? Seguramente debe encontrarse dentro de las oficinas que están arriba de
la tiendita, pero honestamente me parece extraño que no haya supervisión
directa a los despachadores, definitivamente lo tendré que preguntar posteriormente
Martes 18 de marzo de 2014 (en la noche)
Hoy solamente hay dos mujeres despachando gasolina. Aunque
de día ya empieza a hacer calor, la verdad es que aquí y a esta hora si hace
frío. Las dos despachadoras traen la chamarra clásica verde que dice PEMEX en
la espalda, que corresponde a su uniforme y una de ellas trae una blusa de
cuello alto abajo.
Hoy me quiero enfocar en observar si los clientes les dan
propina y cuánto les dan aproximadamente. De los pocos clientes que vi llegar y
que fueron atendidos por las dos mujeres (que fueron aun menos) observé que en
todas las ocasiones les dieron propina. La más baja que me tocó presenciar fue
de 3 pesos y la más alta de 10. En su mayoría fueron de 5 pesos.
Me pongo en el lugar de estas personas y la verdad está
súper pesado este turno. Entre que hace frío, me da miedo estar aquí y que
además yo me quedaría dormida cada cinco minutos, cosa que yo creo que los
empleados deben tener rotundamente prohibido, debe ser uno de los trabajos más
pesados.
Lunes 24 de marzo de 2014 (en la tarde)
Hoy no hubo mucho que ver, no sé si estoy distraída o
realmente ya observé todos los movimientos de las mujeres que están en las
bombas. Lo que si vi fueron las manos de una de las mujeres que de hecho, me
cargó gasolina. Debe tener unos 30-35 años, es de tez morena y no tiene una
sola arruga en la cara. A pesar de eso, sus manos parecían lijas y la piel en
el área de los nudillos y el anverso de la mano se veían maltratadas, sin un
solo problema como las de una mujer de tez blanca de unos 50 o 60 años. ¿Será
que la gasolina está en contacto con sus manos? ¿Serán sólo las suyas o las
manos de todas las personas que trabajan en las bombas estarán así de
maltratadas?
Me dio mucha ternura en especial esta empleada porque hace
un calor de los mil demonios y huele súper fresca y coqueta. Parecería que
tiene un body mist o algo así que se está poniendo a cada rato o que por lo
menos se acababa de poner antes de atenderme.
Sábado 29 de marzo de 2014
No sé si la mujer que me tocó ver hoy está en sus días, se
siente mal, no durmió, está cruda o tienen muchos problemas personales, pero
hoy la estuve observando específicamente a ella. Es una mujer que yo calculo
debe tener más de 40 años. Todo el tiempo que la observé tuvo cara de pocos
amigos. Ni una sola vez vi que ofreciera otros servicios como lavar el
parabrisas o checar la presión de las llantas. Dos clientes le pidieron factura
y cuando la vi caminar hacia la oficina, en ambas ocasiones, se notaba todavía
más irritada. Además su aspecto personal estaba muy descuidado. Traía una
gorra, ni una sola gota de maquillaje, el pelo despeinado y se le notaba muy
cansada.
Al ver su cara de enojo, cansancio e intolerancia pensé que
probablemente estaba enferma y me pregunté varias cosas: ¿Cuáles son los
riesgos de salud que implica trabajar en contacto con la gasolina? Dejando de
lado la inseguridad, los turnos en la noche, su condición de mujeres, el
peligro que implica trabajar rodeada de coches, que usados de forma incorrecta,
pueden causar accidentes e incluso, ser armas mortales, ¿qué otros riesgos
corren?
Miércoles 2 de abril de 2014
Hoy me fijé en cosas nuevas. Llevé a
mi novio, que ha estado muy al tanto de la investigación que estoy haciendo
conmigo y me sirvió mucho tener un nuevo enfoque. Hizo que viera con una mirada
fresca las cosas y que pudiera detectar otras situaciones. Noté que en general,
hay poco compañerismo entre todos los empleados de la gasolinera. Aunque los
empleados platican entre ellos, la verdad no se ve que el espíritu de
defenderse o ayudarse sea mucho. Más bien, me recordaron la triste historia de
los cangrejitos mexicanos vs. los japoneses. Mi papá contaba que había dos
cubetas llenas de cangrejos, una tapada y otra sin destapar. Un hombre preguntó
por qué no estaban tapadas las dos y el dueño de las cubetas contestó que la
cubeta que estaba tapada contenía cangrejos japoneses, que se escapaban muy
fácilmente debido a que se ayudaban entre ellos a salir, mientras que la cubeta
de cangrejos mexicanos podía quedarse destapada porque los cangrejos no
trabajaban en equipo y al contrario, cada vez que uno estaba a punto de salir,
los demás seguro lo jalaban hasta impedirle hacerlo.
Noté que mientras los hombres
parecen hablar más entre ellos, las mujeres se encuentran un poco más aisladas.
No platican tanto ni con los hombres ni entre ellas. Prefieren estar solas,
calladas o hasta viendo sus celulares.
Otra cosa que vi es que compiten al
mismo nivel que los hombres. Digo, no tendrían por qué ser “caballerosos” y
entregarles a sus clientes, pero todos tienen
que agitar con la misma energía sus manos o franelas y todos (hombres y
mujeres) tienen tácticas como correr o chiflar para atraer a los clientes hacia
la bomba que ellos están atendiendo.
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